EL EMPAREDADO DEL CHEF
Unté aquel último par de rebanadas crujientes con tofu, añadí lechuga iceberg, cebolla caramelizada, tomate cherry y una loncha de seitán. Mientras degustaba la delicatessen, miré los ojos implorantes de ese cerdo. Un ladrillo más y pronto el eco de sus promesas vacuas quedarían asfixiadas por el enyesado. Al fin, erradiqué para siempre las odiosas migas de pan de mi cocina.