LA MANIOBRA

 


«Llevar el agua a ebullición, apagar la llama con un giro de muñeca, ahogar el popurrí de hierbas en el insulso líquido y observar con curiosidad gatuna cómo infusiona antes de tapar la tetera durante doscientos noventa y cinco misisipis.

Salir del curro para almorzar unas tortitas bajas en calorías, sorber el brebaje caliente, hacer girar los posos dejando que la mirada se prenda en el zigzag de una paloma indecisa y, al fin, leer en el fondo del termo la paradoja de que un fugaz papel logre vencer a la piedra más tosca: azares».

Tras una corta batalla judicial la aseguradora aceptó el veredicto de «accidente doméstico» y hoy, la pareja e hijos de la difunta viven rodeados de un jardín de adelfas, laureles y violas tricolor recién abonado, bien lejos del ponzoñoso desahucio.